Debido a la proliferación de las TICs y la irrupción de Internet en todos los ámbitos de nuestra sociedad, la industria manufacturera está sufriendo una transformación sustancial no sólo en la funcionalidad de los medios de producción sino, también, en el software y los servicios utilizados en los entornos productivos. Paralelamente los procesos de fabricación del futuro están cambiando para adaptarse a un entorno altamente flexible y dinámico, a fin de satisfacer a una demanda cada vez más impredecible y complicada de gestionar. Para hacer frente a las necesidades la “Fábrica del Futuro”, las empresas han de evolucionar de forma que sean capaces de reaccionar con flexibilidad, rapidez y eficiencia.
En este contexto, el proyecto europeo CREMA (Cloud-based Rapid Elastic MAnufacturing) tiene como objetivo desarrollar diferentes herramientas informáticas alojadas en la nube para ayudar a las empresas a optimizar sus recursos de producción.
Concretamente, las herramientas que se desarrollarán van a permitir la captura datos en tiempo real desde las máquinas en las plantas de producción, almacenar de forma segura dichos datos en la nube, monitorizar dichos datos en dispositivos móviles y realizar un análisis continuo de la evolución de los indicadores. En el caso de que se detecte un problema, por ejemplo, en los estándares de calidad de un proceso o en el funcionamiento anómalo de un componente crítico de una máquina, se lanza una alarma que inicia un proceso colaborativo en la nube para establecer la intervención que se ha de realizar para resolver el problema detectado. Con ello se pretende reducir drásticamente el tiempo y los costes de las intervenciones incrementando la capacidad disponible de los recursos de producción.
CREMA está financiado por Horizonte 2020, el programa de la UE de apoyo a la I+D, y tiene un presupuesto de más de 5 millones de euros. Se enmarca en la iniciativa ‘Factories of the future’, dedicada al desarrollo de tecnologías de alto valor añadido para las denominadas fábricas del futuro. El proyecto, liderado por la empresa alemana ASCORA, comenzó el 1 de enero de 2015 y tendrá una duración de 3 años. Además de IK4-IKERLAN y FAGOR ARRASATE, miembros de MANU-KET, en el proyecto participan otras 8 entidades de 4 países europeos.
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